Thursday, September 20, 2007

Nuestro primer Wedge Dolmen en Irlanda


Situados en la zona del Burren, ese paisaje calizo mágico, lleno de trampas, grietas donde romperte una pierna y cerca de Lindosvarna y de Kilfenora y de los acantilados de Moher se encuentran los dolmenes de Parknabinnia. En esta foto se muestra el número 3.
La sensación del encuentro con este testigo megalíco de nuestro remoto pasado, fue muy especial. En primer lugar fue dificil de encontrar, sin indicaciones, por carreteras que sólo iban de granja en granja. Gracias al trabajo previo de localización y del gps, y un mucho de suerte... Llegamos con el coche por un camino donde sólo ibamos nosotros y a 100 m a la vera del camino, lo vimos.

La emoción fue intensa. Fue un placer entrar dentro de la camara rectangular, más bajo en la parte opuesta a la entrada y mirar desde dentro el paisaje del Burren. No me digan que el dolmen no es hermoso, casi parece que esta disfrazado con su gorro vegetal de musgo y neblinas sobre su piedra cimera...

Luego vimos otros dolmenes en la zona. Incluso alguno no catalogado, pero no fue lo mismo. Como pequeñas joyas de piedra, son testigo mudo del remoto pasado, del miedo y la esperanza de los hombre que los construyeron. Miedo al olvido. Esperanza de pervivencia.

Cuando encuentro un dolmen, y entro en su interior yo sólo, sin nadie más en ese instante, puedo sentir el anhelo de estos hombres primigenios, y creo que de alguna manera contribuyo a que su sueño de supervivencia, se mantenga gracias a mi recuerdo

Sirva pues este mudo testimonio de agracedimiento a mis lectores, en nombre no ya mio, sino de aquellos hombres, mujeres, niños que enterrados aqui, descansaron pensando que tal vez no morían para siempre. Gracias a internet, hoy muchos los recordamos....Pulsando en la foto, puedes verlo a pantalla completa...

2 comments:

el loco oficial said...

Hay algo admirable en los niños, su capacidad de asombro, propiciada quizá por su corta vida y sus escasas experiencias. Digo esto porque no hace mucho volví a sentirme como un niño buscando un alineamiento megalítico que al final no encontré. Aún así no me importó empaparme los pies o resbalar por la hierba, o ser "azotado" por la llovizna porque esa sensación única que uno tiene al contemplar un monumento megalítico o al buscarlo con ese afán "de niño", con esa curiosidad inocente, no se cambia por nada.
El recuerdo de estos pueblos neolíticos no sólo perdura a través de nuestras vidas insignificantes sino que en mi caso me hizo retrotraerme a la infancia y rejuvenecer...a mí que siempre me ha preocupado el paso impacable e insoslayable del tiempo

Anonymous said...

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- Murk